Una gota de agua se sumergió en sus ojitos de tierra, el frío del mundo la cristalizó como un prisma y su penita se transformó en todos los colores que alguien ha podido nombrar, y que no, porque ese dolor no sabía si lo parió cuando la vida la parió a ella o cuando escuchó, miró, cantó, amó, cuando supo que ser humano es más que pensar, cuando experimentó el latido de ser, y sus oídos se abrieron al sufrir del otro, de su hermano, de su Madre que sostiene la vida y es vida, supo que las palabras son un universo y escriben el mundo cuando lo vivimos- cuando lo pensamos -cuando lo sentimos, cuando hacemos todo eso y quizá más que no supo decir sin separar. Algunos me contaron que quiso vivir de otro modo que la vida así, y reposo los labios uno sobre otro para no volverlos hacer hablar, ni para irrumpir el aire con su risa viajera, era como una niña para asombrarse de lo que ya nadie recuerda, aunque esté ante sus ojos o ante los tuyos. Fue nido, fue nacimiento, y escuchó bien adentro lo que le susurraba el sonido más salvador, y fue música y reconoció ese hilo humano que nos liga de manos, de pecho y lo cantó,

y lo cantó.
y en este ahora que se abalanza sin cesar, su voz no muere...
y sigue cantando.
y sigue riendo
y con dolor,
sigue llorando
a este mundo.

(y si fuera este un grito....
un agradecimiento
y si alguien lo escucha... )